El tren de alta velocidad (TAV) nació con la vocación de establecer relaciones entre grandes núcleos urbanos distantes entre sí, pero su posterior implantación, las características de los servicios y el uso de la infraestructura han originado nuevas vocaciones. Así hoy el TAV desarrolla otras nuevas funciones territoriales: la articulación de ciudades medias y grandes en una región (función regional) y la articulación de entornos metropolitanos discontinuos en el entorno de una hora de la metrópoli central que acaban vinculándose a ésta (función metropolitana).
La función metropolitana, cuya articulación se produce gracias a la contracción del espacio en el tiempo, puede leerse fácilmente a través de los servicios y las dinámicas de los viajeros pendulares que se dan entre Toledo, Ciudad Real, Segovia-Guiomar con Madrid. Estas ciudades se articulan a la gran metrópoli central en menos de una hora (en la estación de Atocha para las primeras y la estación de Chamartín para la tercera). Por posición y tiempo, la estación de Guadalajara-Yebes podría bien entrar en éste análisis; sin embargo la relación ferroviaria de ésta con Madrid se establece a través de los servicios del ferrocarril convencional que se prestan desde la estación central de Guadalajara y que están ya de hecho integrados a la red de cercanías de Madrid.
En el texto se analizan a través del caso de estudio de Segovia como va configurándose esta nueva realidad territorial, la metrópoli discontinua, a través del proceso de contracción espacio-temporal en que ha incidido la alta velocidad permitiendo los desplazamientos, en muchos casos pendulares, entre ciudades muy distantes.