Variando con el paso del día y del año, la luz del Sol y del cielo modula, visual y energéticamente, los territorios, las ciudades y los edificios. ¿Cómo sintetizar y manejar en el proyecto estas informaciones donde se mezcla el azar de las nubes pasajeras con la regularidad astronómica de los trayectos solares?
En cuanto a las herramientas de simulación, el mayor avance de estos últimos años se ha producido en los programas de renderización, con los cuales nos vemos forzados a construir la iluminación de una escena a partir de distintos componentes, cada uno de los cuales requiriendo su propia algorítmica: luz directa del Sol, obertura al cielo, reflexión difusa y especular de Sol y cielo.
Veremos primero que la mejor manera de entrar estos componentes en una lógica de diseño (y ya no solamente de análisis) consiste en aprovechar las propiedades geométricas de diferentes proyecciones: estereográfica, equivalente, ortogonal, gnomónica, isócrona,…
Recordaremos también que el componente aparentemente más sencillo – los trayectos solares – nos conduce ya a un problema de cinco dimensiones. Con el ejemplo del programa “Heliodon 2”, [Beckers & Masset, 2009], indicaremos las formas de diseñar con la doble geometría del Sol y del cielo.
Por el crecimiento y la necesaria densificación de nuestras ciudades, nuevos problemas se hacen sensibles: el derecho de todos a ver el cielo, el ahorro energético, la captación y distribución de la energía solar – la ciudad se considera entonces como fuente de energía, y ya no solamente como lugar de consumo –, el control del impacto mutuo entre la ciudad y la atmósfera.
Con este último tema, nos encontramos frente a lo que los físicos llaman un “problema multiescala”; es decir: un mismo fenómeno, como el de la isla de calor, es el producto de innumerables contribuciones, las cuales se han de estudiar conjuntamente y de forma simultánea a escalas tan distintas que ya no las gobiernan las mismas ecuaciones. Habrá que aprender a construir edificios pensando en la ciudad, ciudades pensando en el territorio, y concebir el mismo territorio a partir de las ciudades, cuyos buenos o malos procederes modelan hasta los campos más distantes, y el planeta entero.