En el debate actual sobre ciudad y territorio se abordan múltiples tópicos entre ellos son significativos la sostenibilidad ambiental, la dispersión de los asentamientos, la movilidad, la desigualdad social, el paisaje y el espacio público siendo a su vez formas de acercar, conocer y entender estos procesos complejos que generan y son la ciudad simultáneamente.
Este trabajo aborda el Espacio Público como uno de los filtros desde dónde poder obtener datos sobre la ciudad en la que vivimos y desde allí impulsar políticas acordes al modelo de ciudad deseado.
Reconociendo el Espacio Público como el lugar por excelencia de las prácticas urbanas, como soporte y catalizador de la interacción y socialización entre las personas. Viendo lo urbano como “escenario y producto de lo colectivo haciéndose a sí mismo”; donde “su personaje central es polisensorial, capaz de relaciones complejas y transparentes con el mundo” (Delgado, 2004) con la finalidad y necesidad de relacionarse socialmente.
Si bien el Espacio Público se define tanto por su dimensión jurídica como por su dimensión socio-cultural, aquí se aborda su forma de uso y apropiación, como lugar de relación y de identificación susceptible de diversos usos y que implica una co-presencia entre desconocidos (Borja, 1998).
Es esta cualidad integradora del Espacio Público la que nos lleva a considerar las actividades y el hábitat construido donde éstas se desarrollan, atendiendo una multiplicidad e intensidad de prácticas urbanas que permite hacer más vivible y democrática la ciudad y favorecer la interacción de los diferentes grupos demográficos que la habitan. En ese contexto conceptual se propone un acercamiento a dos espacios públicos: Vila de Gràcia en Barcelona y la Rambla en Montevideo.
Se realiza una lectura general de los dos enclaves urbanos desde una concepción planificadora del espacio público que contextualiza cada una de las áreas a observar, una lectura particular de aproximación a ambos espacios destacando sus principales rasgos y por último una mirada desde la propia vivencia del lugar a partir de la yuxtaposición de recorridos aleatorios con especial atención en las actividades que desarrollan las diferentes personas que viven ambas ciudades.
Tanto la Vila de Gràcia como la Rambla son espacios públicos planificados, diseñados y apropiados por su gente que aún transformándose mantienen vivo el rol que les fue asignado como lugares de intercambio, paseo, servicio y generadores de ciudadanía.