El acelerado crecimiento de la ciudad de Mexicali, tan evidente durante las últimas décadas, ha provocado un crecimiento disperso hacia la periferia así como el despoblamiento de algunas áreas centrales: grandes baldíos, percibidos como alegoría de su paisaje desértico; estructuras arquitectónicas abandonadas; predios rústicos y fincas otrora rurales que han quedado deshabitadas, queriendo reclamar un retorno a su imagen pintoresca. Este tipo de lugares cohabitan el mismo territorio de la ciudad ordenada y dinámica, constituyendo en suma el paisaje intersticial característico de la ciudad. Son también las zonas industriales en obsolescencia las que se han acumulado en esta urbe fronteriza, reliquias de la modernidad que emergen intermedias de la parte densa del tejido urbano, representando un inminente posfordismo.
Por otra parte, el porcentaje de superficie dedicada a las áreas verdes con respecto al total del área urbana de esta ciudad capital instiga a que las prácticas en torno a la arquitectura, el urbanismo y el diseño del paisaje reflexionen en torno a sus recurrentes estrategias de generación de espacio público, no solamente para que se mantengan atentas a las derivaciones del desarrollo urbano, sino pertinentes ante las condiciones de la naturaleza en este territorio, particularmente aquellas concernientes a la geología y al clima. Ampliando la mirada hacia la escala global podemos darnos cuenta de que las más recientes propuestas de la arquitectura del paisaje -en las que se hace un replanteamiento sustancial de la disciplina- son tendientes hacia el reciclamiento de estructuras urbanas, estos proyectos apuestan por la recuperación de los vacíos urbanos y de los denominados “sitios tóxicos” en virtud de que emerjan nuevas centralidades, constituyéndose también nuevos espacios públicos. En este sentido, cabe la oportunidad de reflexionar en pos de la recuperación de las áreas industriales que esta ciudad nos ha venido presentando como residuo; la preocupación por estudiar esta suerte de grietas urbanas motivaría a que -prospectivamente- estos sitios conformen en suma un nuevo sistema de espacios abiertos. Asimismo, puede considerarse la factibilidad de que dichos lugares, tras su exitosa reconversión, se constituyan como patrimonio para nuestra ciudadanía. Tal potencial traería consigo un vigor regenerativo, no solamente material, sino humano; no sólo acogido por los alcances de la arquitectura o el diseño urbano, sino dócil ante un modo distinto de contemplar y habitar lo intersticial.
De este modo, la ponencia procura una estructura conformada básicamente por tres partes: un relato inicial que, con el esbozo de una reseña histórica encuadrada en el crecimiento urbano, nos acerque a la génesis de los paisajes post-industriales en Mexicali; posteriormente, se presenta una aproximación a las inquietudes teóricas de vanguardia que han aportado diversas disertaciones en torno al fenómeno de los también llamados terrain vague, procurando contextualizar dichas perspectivas al caso en cuestión y, finalmente, más que constituirse una propuesta concluyente ante la problemática, se construye una plataforma reflexiva y abierta que sirva de base para la formulación de futuras estrategias.