A 110 años de fundada, la ciudad de Mexicali cuenta con un paisaje que marca los contrastes
entre la ciudad planeada, la ciudad construida y la ciudad habitada. Este enclave, es el único
accidente topográfico de la ciudad y es identificado como una zona de contrastes. Es posible
constatar que dichos contrastes son producto de las tensiones entre distintas prácticas:
planificar, construir y habitar. Cuando el urbanismo se ve limitado para interpretar las tensiones
y conciliaciones entre política, diseño e imaginario, resulta pertinente acercarse a otros
mecanismos de lectura.
Este trabajo aborda una exploración ante dichas tensiones que, en conjunto, son la innegable
memoria del territorio. Identificar las narrativas del poder, implícitas en el ordenamiento
territorial y leer las re-significaciones que los habitantes y transeúntes hacen sobre lo
planificado implica remitirse a los ideales del derecho a la ciudad y a las prácticas de la vida
cotidiana; aunque no deja de presentar un estrecho enlace con uno de los propósitos del
landscape urbanism: la recuperación del paisaje en la esfera cultural.
El trabajo es un acercamiento a un borde paisajístico, tangente a la franja fronteriza más
transitada de América. La ponencia expone los significados del poder que se revelan en el
territorio y, al mismo tiempo, los que subyacen en los espacios de encuentro de dicho borde
conocido como “Río Nuevo”. Son inevitables aquellos significados en torno al riesgo.