Dentro de los diversos fenómenos socio-urbanos contemporáneos, los que corresponden a la
contracultura son algunos de los que tienen mayor impacto y participación específica en la
esfera pública. Estas formas de cohabitar un territorio supone, en la mayoría de los casos un
rechazo sistemático generalizado, tanto por la irrupción al orden establecido, como por su
condición emergente y sus lenguajes novedosos, codificados y transgresores con que se
manifiestan.
A pesar de que los sectores sociales oficialmente válidos no reconocen de una forma abierta su
autenticidad e importancia para el autoconocimiento social y territorial, la permanencia de estas
formas subversivas de habitar la ciudad, habla de una fuerza que construye tanto identidades
como patrimonio e imaginarios al paso del tiempo.
Ejemplo de lo anterior, podría ser el fenómeno graffiti surgido en los años 70 del pasado siglo,
que luego de haber sido objeto de persecución policiaca, al paso de los años algunas de éstas
obras han llegado a otorgar una suerte de identidad comunitaria o patrimonio urbano
insospechado. Este sería el caso de las intervenciones del denominado “padre del graffiti” Taki
183, a quien en la actualidad le dedican homenajes, retrospectivas, exposiciones y hasta la
protección o conservación de las pocas intervenciones que aún persisten dentro del Area
Metropolitana de Nueva York. Años después se han replicado fenómenos alrededor del mundo
como el caso del artista inglés Banksy, que ha llegado a conmocionar tanto a las autoridades
como a corredores de arte y ciudadanos de todo el mundo.
Estas acciones mas allá de su intención crítica o comunicativa dentro de los espacios de la
ciudad, reditúan en el fortalecimiento a las crecientes industrias de materiales, pero también
influencian la identidad, la atracción turística de una ciudad, el uso de sus espacios públicos,
etc. en las ciudades que los contienen.
Sin embargo, una nueva forma de ejercer la creatividad en la esfera pública a partir de las
prácticas tradicionales del graffiti antes descrito, ha estado dejando sorpresivos rastros, que
invitan a la reflexión ciudadana sobre la forma como se viven las ciudades, poniendo en valor la
importancia que pueden llegar a tener los espacios comunes de un territorio con sus
potenciales alternativas.
La presente colaboración, pretende hacer un análisis de las alternativas creativas que hoy día,
pueblan las principales ciudades del mundo, y la manera como estas pueden llegar a hacer
ciudad y a realizar el ejercicio de la ciudadanía a partir de una acción creativa al alcance de las
masas que se mueven por las ciudades. Así es como el post-graffiti alejado ya del uso de su
herramienta por antonomasia; aerosol, plantea nuevas formas de alejarse de su esencia
vandálica, para aproximarse a nuevas miradas, pero sobre todo revalorizando los espacios y elementos de la cotidianidad, con un discurso que ve desaparecer la delgada línea que lo
separa de poder llegar a ser la próxima página de la historia del arte.