Discriminación de las mujeres mayores: vivienda y pobreza

Authors

  • Enriqueta Díaz Perera

DOI:

https://doi.org/10.5821/ctv.7595

Abstract

El aumento de los años que vive de media una parte significativa de la población del planeta ha sido espectacular. En la Unión Europea, la esperanza de vida de los hombres se situó en el año 2009 en los setenta y cinco años y en ochenta y uno la de las mujeres. Si se tiene en cuenta que a principios del siglo XX la esperanza media de vida de la población española era de 35 años, ésta ha aumentado una media de casi cincuenta años en un siglo. El aumento de la esperanza de vida, conlleva el envejecimiento progresivo de la población, hecho que afecta de manera significativa a las mujeres por ser más longevas. Las mujeres viven más años porque, entre otras razones, resisten mejor la soledad; han sido educadas para cuidar a los demás a la vez que de sí mismas, lo que las hace más resistentes y autónomas, pero también sufren un coste adicional por ello. Ellas, que viven más años, han cuidado y acompañado a sus parejas hasta la muerte, pero no podrán esperar recibir los mismos cuidados. Esta realidad explica que existan más viviendas de mujeres que de varones, mayores de sesenta y cinco años y más, viviendo solas. De acuerdo con los Censos de 2001, el número de hogares unipersonales que tienen como titulares a mujeres de 65 años o más ha pasado de 697 mil en 1991 a más de un millón en 2001, y el de las mujeres de 85 años o más, de 60 mil en 1991 a casi 160 mil en 2001, por lo tanto, la cifra casi se ha triplicado. El nuevo fenómeno del envejecimiento genera problemáticas y retos de todo tipo, el de la vivienda y ésta en su relación con la ciudad, no es un tema menor.

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