El discurso político territorial europeo ha denunciado el creciente consumo de suelo
artificializado que generan los actuales procesos de dispersión urbana. La demanda
creciente de suelo, por encima del crecimiento demográfico y económico, ha devenido uno
de los paradigmas del "desarrollo" territorial del "primer mundo". Así, el consumo de suelo
por habitante alcanzaba en las aglomeraciones de más de 500.000 habitantes, hacia principios de la década pasada, unos 350 m2 de suelo por habitante tanto en Europa como en el mundo más desarrollado, frente a tan sólo unos 125 m2 en el resto del planeta. La tendencia progresiva hacia el consumo masivo de suelo es especialmente preocupante en las grandes metrópolis, allá donde la presión de la urbanización alcanza niveles más acusados: por poner un solo ejemplo, mientras un 4,7% del territorio europeo se encontraba urbanizado en el año 2000, esa proporción alcanzaba un 15,6% en los entornos de las principales regiones urbanas europeas. La presente ponencia busca evaluar el grado de urban sprawl así como contrastar las características de los diferentes modelos de ocupación de suelo en las principales áreas metropolitanas europeas. En este contexto, el trabajo que
aquí se presenta parte de la hipótesis de que es en las periferias metropolitanas europeas donde las patologías del sprawl se hacen más acusadas. A tal efecto se desarrollan metodologías innovadoras, basadas en criterios multidimensionales, dirigidas a la delimitación no sólo de los propios "artefactos" a analizar (las grandes metrópolis europeas), sino también a diferenciar sus centros y periferias