La escena romana es un rico contenedor de periferias, diversas y heterogéneas, en
su mayoría nacidas después de la Segunda Guerra Mundial, casi todas escenario
todavia de degradación generalizada.
Sin embargo, estas periferias son el producto de un cambio cultural, globalizado, que
ve en la emigración, en el auto y en la televisión sus primeros poderosos vectores de
difusión desde los años Cincuenta.
Un fenómeno urbano, difundido en cualquier lugar en los países occidentales y
especialmente los de cultura latina, que ha llevado a la producción de un area sin
límites de baja densidad que, en las últimas décadas, inevitablemente, se ha
rodeado la gran ciudades - y más allá –, ocupando las antiguas tierras agrícolas y
que casi siempre lleva como resultado a un mosaico urbano/suburbano/metaurbano
fuertemente fragmentado.
Hoy es difícil hablar de ciudad si no de diferentes ciudades - o al menos de
diferentes entidades urbanas que se definen al igual que de diferentes maneras -
como para exorcizar el hecho de que la ciudad contemporánea es probable que se
va conviertiendo en una no-ciudad. Y tal vez es de la misma manera que podríamos
hablar de diferentes periferias