Núm. 8 (2019)
Los paisajes de la minería son testimonios evidentes del esfuerzo del hombre por poner los recursos naturales a su servicio, símbolos de la cultura y de la memoria de las comunidades que los han ido transformando. Son lugares dinámicos, que se van adaptando a las necesidades de cada época. Cuando su ciclo productivo concluye, se mantienen a menudo un variopinto conjunto de evidencias del pasado que les aportan valores patrimoniales. Por otra parte, la notable transformación del medio y la contaminación derivada de la actividad extractiva o las duras condiciones laborales, se traducen a menudo en rechazo de estos lugares, lo que les condena al abandono y la decadencia.
Sin embargo, la conciencia de los valores de las explotaciones abandonadas, por sus nexos con la cultura minera y su potencial aprovechamiento, despierta, en los últimos años, un creciente interés por su recuperación y puesta en valor. Esta tendencia se materializa a través de actuaciones singulares y muy heterogéneas, desde intervenciones mínimas de corrección de los terrenos, hasta proyectos ambiciosos de valoración del patrimonio. Al mismo tiempo, la preocupación por corregir los impactos de la contaminación impulsa algunas operaciones que ponen en riesgo las huellas de la minería.
El Laboratorio Internacional de Paisajes Culturales dedica esta edición de IDENTIDADES al patrimonio minero, para valorar prácticas de puesta en valor de aquellos paisajes y concienciar del potencial de tantas explotaciones abandonadas, que sufren rechazo y degradación. Se examinan actuaciones de interés realizadas en estos últimos años.